Melancolía

Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.

Hace un tiempo alguien me calificó como una persona melancolica. Esta bien, he sido bien reiterativo sobre como la gente me califica, pero me parece un buen ejercicio para explorar(se) a uno mismo.

El estado de melancolía se vive de manera extraña. El sosiego es producto de cajitas, aunque he de reconocer que a ratos golpea más bajo y te deja KO. La melancolía ha sido quizás mi característica más sobresaliente de este último tiempo. Bueno por un lado, pues pase del exceso de racionalidad, reflejada en que me sentía viviendo en medio de un torrente de ilógicos sucesos, a la pena de la ausencia, que es como deben llevarse estos procesos.

En este estado, a veces me pierdo, como que te vas y no estas en ninguna parte. No te encuentras, sino que vagando en extrañas fantasías animadas en blanco y negro pensando que hubiese pasado si... Entonces extrañas todo y todo te hace extrañar.
Hace un par de días me encontré leyendo un libro donde el personaje principal fantaseaba sobre lo bueno que seria a veces sufrir cuadros de amnesia, los cuales borraran cada marca dejada por el pasado reciente. Pues en cada lugar, en cada esquina, en cada película existe un rasgo que me saca, o mejor dicho, me hunde en recuerdos que preferiría olvidar. A ratos lo logro, bajo un proceso de extrañamiento máximo, el cual finalmente agota. Es como un ejercicio de corte del pasado.

La melancolía, creo yo, hay que vivirla, dejar que fluya en un cause muy natural que tiene que ver con lo que te pasa. Pero ciertamente hay veces en que mataría por instante de amnesia pura, para olvidar y no elucubrar sobre lo que sucede en otras partes. Amnesia también para tratar de vaciar el sentido que tienen las distintas esquinas que evocan ese pasado que provoca melancolía.

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