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Ayudame Valentina

Qué vamos a hacer con tantos
y tantos predicadores,
unos se valen de libros,
otros de bellas razones.
Algunos de cuentos varios,
milagros y apariciones
y algunos de la presencia,
de esqueletos y escorpiones
mamita mía.

Qué vamos a hacer con tanta
plegaria sobre nosotros,
que alega en todas las lenguas
de gloria y de esto y de lo otro.
De infiernos y paraísos,
de limbos y purgatorios,
edenes y vida eterna,
arcángeles y demonios
mamita mía.

Que sí, que adoren la imagen
de la señora María
que no se adore ninguna
señora ni señorita,
que sí, que no, que mañana,
que un viernes de amanecida,
que pa dentrar en la gloria,
dinero se necesita
mamita mía.

Se ve que no son muy limpios
los trigos en esta viña
y la cizaña pretende
comerse toda la espiga.
Poco le dice la forma
con que ha de clavar su espina
para chupar el más débil
qué diabla la sabandija
mamita mía.

Qué vamos a hacer con tanto
tratado del alto cielo,
ayúdame Valentina
ya que tú volaste lejos,
dime de una vez por todas
que arriba no hay tal mansión,
mañana la ha de fundar
el hombre con su razón,
mamita mía.

Qué vamos a hacer con tantos
embajadores de dioses,
me salen a cada paso
con sus colmillos feroces
apúrate Valentina
que aumentaron los pastores,
porque ya viene el derrumbe
del cuento de los sermones
mamita mía.

(Violeta e Isabel Parra)

Abrasada

Voy a tener que encontrar una solución
estoy muriéndome de hambre
como cualquier cosa
un pedazo de pan
una galleta de agua
un sorbo de leche
granola
un sorbo de jugo de naranjas
una empanada
una ensalada de lechugas donde mi hermana
un café y un cigarrillo donde mi otra hermana
un pan tostado sin mantequilla
una taza de té
un ave palta donde mismo y para todo el día

me crujen las tripas
y tú no llamas
y tú no vienes a decirme que me amas
que te importo más que nada en el mundo
que no te importa nada,
ni tus estudios
ni las consecuencias
ni el dinero
que lo único que quieres
que lo único que te importa

¡es estar conmigo abrazada!

(Claudio Bertoni)

Mide Tus Palabras

Si la realidad
perceptible por los sentidos
se quitara los cinco guantes que la enfundan
verías con las manos vacías
lo que hacen conmigo
tus simples palabras de aire
imposibles de asir o fotografiar
y que profieres sin una huincha
de medir la consideración

(Claudio Bertoni)

"¿por qué no me mato?" (Cioran)

si muriera uno sólo
pero tienen que morir también las manos
los pelos
en mi caso las pecas
la enorme cantidad de pecas
que me cubre la cara y los brazos
las uñas que son duras tien que morir también
y los treinta y dos dientes que son más duros todavía
Tienen que morir todos los huesos ¿se imaginan?
y las venas las correosas venas
tiene que morir también
toda esa piel tiene que morir
y todos los pelos
con su vaivén de huiros
tienen que morir también
Todo tiene que morir
y forma un taco muy difícil de morir
muy hosco
muy trancado
un tapón indestructible casi
mudo
taimado
muy difícil de sacar
muy difícil de matar.

( Claudio Bertoni)

El Ciego

llamo y llamo
y tú no estás
sé que no estás
pero sigo llamando
por lo menos el teléfono suena ahí donde no estás
pero donde sueles estar
en el espacio que sueles ocupar
en el aire que sueles llenar
en las sillas que sueles tocar
en los muebles que sueles tocar
en la cama que sueles ocupar
en el teléfono que sueles contestar
y tomar en tu mano
y acercar a tu boca.
llamo y toco ése lugar.
yo soy el alma el corazón y el ¡ay!
del grito que toca ese lugar.

(Claudio Bertoni)

En que quedamos

estoy solo
pero no estoy tan solo
Dios está conmigo
pero como Dios no existe
estoy más solo todavía

(Otra vez Bertoni)

Soñar no cuesta nada

siempre miraba en la puerta
en el suelo a la entrada
por si había algún papelito
por si se te había ocurrido pasar
por si habías sentido la necesidad de pasar
y siempre que volvía de Viña
tenía el sueño de encontrarte ahí
sentada en la puerta
sentada en la escalera
y siempre te saludaba
y así me aliviaba,
en una ínfima medida me aliviaba.

también cuando los perros ladraban mucho
pensaba que eras tú
que podías ser tú
porque así le ladran los perros a las personas que no conocen
y el viento en las ramas del damasco
y en las hojas
y el viento en las plantas
también eras tú
también podías ser tú
y los perritos que vienen a pedir cáscaras de queso
también podías ser tú
pero nunca fuiste tú

nunca en ninguno de estos casos fuiste tú
siempre fue el viento
y los perritos
y los pasos de otras personas
y los ladridos para otras personas
y ya no te confundo con los pies de los perritos
y ya no te confundo con el viento entre las ramas
y ya no te confundo con el viento entre las hojas
y ya no te confundo con el viento entre las plantas
y ya no te confundo conmigo
y ya no me confundo contigo
y ya no nos confundo a los dos

(Claudio Bertoni, nuevamente)


Resulta

Ahora resulta que tengo cáncer
Ahora resulta que voy a la gruta
de Lourdes
Ahora resulta que no tengo
cáncer
Ahora resulta que tengo fe
Ahora resulta que voy a
una orgía
Ahora resulta que no tengo fe
Ahora resulta que
soy un desprejuiciado
Ahora resulta que soy
un desgraciado
Ahora resulta que tengo cáncer
de nuevo
Ahora resulta que voy a la gruta de Lourdes de nuevo
Ahora resulta que no resulta
¡Ahora resulta que Dios
es un picado!

(Claudio Bertoni)


Vértigo

Recibiré postales del extranjero,
tiernas y ajadas, besos, recuerdos.
¿Cómo están todos? Te echo de menos.
Cómo pasa el tiempo...

Seremos otros, seremos más viejos,
y cuando por fin me observe en tu espejo,
espero al menos que me reconozca,
me recuerde al que soy ahora.

Aquellas manos, aquella mujer,
aquel invierno no paraba de llover,
perdona que llegue tan tarde,
espero saber compensarte.

Estás tan bonita, te invito a un café,
la tarde es nuestra, desnúdame.
Tras el relámpago te decía: "Siempre
recogeré flores en tu vientre".

Otro hombre dormirá contigo
y dará nombre a todos tus hijos.
Ven, acércate a mí,
deja que te vea,
que otras primaveras
te han de llevar muy lejos de mí.

Vértigo, que el mundo pare,
que corto se me hace el viaje.
¿Me escucharás, me buscarás,
cuando me pierda
y no señale el norte
la estrella polar?

Las frías mañanas en la facultad,
tú casi siempre huías conmigo al bar,
y me enfadaba si preferías
el aula a mi compañía.

Sobre la mesa botellas vacías,
qué sano es arrancarte esa risa,
y ahora cambiemos el mundo, amigo,
que tú ya has cambiado el mío.

¿Qué haré cuando te busque en la clase,
y mi eco me responda al llamarte?
Otros vendrán y me dirán
que te marchaste,
que te cansaste
ya de esperar.

Vértigo, que el mundo pare,
que corto se me hace el viaje.
¿Me escucharás, me buscarás,
cuando me pierda
y no señale el norte
la estrella polar?

Y la ronquera, los traicioneros nervios,
que me atacan antes de cada concierto,
viejas canciones, antiguos versos,
que espero retenga algún eco.

Y en el futuro espero, compañero, hermanos,
ser un buen tipo, no traicionaros.
Que el vértigo pase y que en vuestras ventanas
luzca el sol cada mañana.

Pero basta de lamentos,
brindemos, es el momento,
que estamos todos
y no falta casi nadie,
que hay que apurar
la noche que acaba de empezar.

Vértigo, que el mundo pare,
que corto se me hace el viaje.
¿Me escucharás, me buscarás,
cuando me pierda
y no señale el norte
la estrella polar?

(Ismael Serrano)

Sistema Sombrio

De cada uno de estos días negros como viejos hierros,
y abiertos por el sol como grandes bueyes rojos,
y apenas sostenidos por el aire y por los sueños,
y desaparecidos irremediablemente y de pronto,
nada ha substituido mis perturbados orígenes,
y las desiguales medidas que circulan en mi corazón
allí se fraguan de día y de noche, solitariamente,
y abarcan desordenadas y tristes cantidades.

Así pues, como un vigía tornado insensible y ciego,
incrédulo y condenado a un doloroso acecho,
frente a la pared en que cada día del tiempo se une,
mis rostros diferentes se arriman y encadenan
como grandes flores pálidas y pesadas
tenazmente substituidas y difuntas.

Pablo Neruda

Walking Around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

(Pablo Neruda)