Nauceas en Antofagasta

En Antofagasta, frente al mar, estamos casi terminando una visita más. Quizás no fue tan malo como lo pensé en un principio. Me termine riendo con esos 5 extraños. O tal vez me termine riendo de esos 5 extraños.

Sin embargo, aun persiste esa extraña sensación de extrañamiento, de no pertenencia a esto que sucede. El asqueo aun continua, mucho más acentuado que al principio. Y lo que más molesta, es que a pesar de que me sienta ajeno, en parte la mascara que me fabrique hace 3 días aumenta dicho asco.

Me mareo en Antofagasta y siento que todo es vertiginoso. Que pasa todo y nada a la vez, y que me mantengo atento a algunas cosas que suceden ajenas a mi vida como ministro de fe. Intento retomar el control, pero a ratos vuelvo a chocar. Como en Baires.

Los 5 extraños siguen hablando de política de investigación en educación superior y yo me quedo clavado en fotos de ayer, en lo bueno que seria vivir acá, pero en otro momento, con otro pasado, con un futuro certero.

El aire marino purifica, pero a mi me molesta. El trabajo distrae, pero a mi me aliena. La vida sigue y me subo por la puerta de atrás y me aferro a un par de supuestos. Como en la canción de Weichafe, dando vueltas entre fotos de ayer sin saber porque. Hablan de criterios, me preguntan y ensayo una respuesta certera. Me la se de memoria.

Me llaman, alguien falleció. Y no me importa.

Ahora siento nauceas ¿que chucha hago acá?

2 Response to "Nauceas en Antofagasta"

  • Fate Says:

    Cuál es el límite entre responder con seguridad y recitar un verso en el que ni tú mismo crees?

    Cómo darle sentido a algo que no lo tiene?

    Hay que aguantar hasta el final? Por qué exponerse a que todo empeore cada día? Es necesario pasar por esto?

    A veces pienso que nos creemos héroes.


  • Ed Says:

    Nada de eso, solo es la ética forzada al máximo, como cumplir por cumplir. El traje de heroe, al menos a mi, me queda grande.