¿QUE SUCEDE?

Entre vueltas y vueltas, clavando en lo mismo de siempre, se retuerce la guata, te sientes pésimo... el frió que observas te invade de tal forma que extraña la candidez de un tiempo pasado. Y crees que ya nada es igual, que todo a cambiado.

Cual es el punto de referencia para notar el cambio? No lo se, supongo que yo mismo. Pero como, si cambias no puedes ser referencial?. Exacto, pero mantengo recuerdos, algunos difusos, otros más claros. Maldición no recuerdo mucho cuando tenia 18, pero si 23... maldita memoria selectiva.

Paro, reparo y respiro. Pienso que la vida es un continuo difuso de alegrías y lamentos... si fuese solo cualquiera de los dos seria un verdadera lata. Mi vida le lleva condimento en muchas cantidades, tanto que, como dije, que retuerce la guata. De todas maneras, de cualquier otra forma me aburriría un montón. Y ahora sigo.

Cambio y tu también cambias. No se hacia donde va todo esto. Vaya!! también extraño las grandes certezas elucubradas en frías noches de sábado recorriendo mesas en matrimonios de extraños. Y que espero? nada, cero expectativas en mi cambio, ni en el tuyo, ni en el de nadie. Desde la altura, con la vista clavanda en la ciudad, converzamos eso, y nos dijimos, con cierto alivio que no habian expectativas. Que manera extraña...

Y comenzamos nuevamente. Todo lo que empieza como comedia termina como....

En la Universidad se hablaba mucho de la realidad y sus definiciones. Existían muchas y muy variopintas. A mi me gustaba esa que hablaba de que lo real era siempre relacional, vale decir, que siempre en la "R" estaba en juego un montón de relaciones sociales. También había una que hablaba del mundo de la vida, en fin... muchas y múltiples.

Pero la vida es muy distinta a lo académico. Quizás para ésta no se puede aplicar ninguna definición conceptual, pues cada uno de nosotros tiene una vivencia muy particular de lo que es lo real o, mejor dicho, de vivir la realidad.

La cuestión es que, sin miedo a caer en postmodernismo barato, creo que en efecto no existe una realidad sino que múltiples realidades, distintas para cada uno, disimiles en muchos sentidos. Tanto en el nivel de tus circunstancias como en la aproximación (vivencias?) a dichas circunstancias, podriamos decir que existen demasiadas maneras de hacerlo. En fin.

Ustedes, par de amables contertulios, se preguntaran porque cresta estoy hablando de esto. Y es que hace algún tiempo atrás, me atreví a decir con soberbia a cierta persona que lo suyo no era real, descalificando su situación y, en gran medida, validando la mio como lo más real del mundo y por lo tanto como una verdad sin discusión.

Lamentablemente, creo que estaba equivocado y lo que la otra persona vivía era tan real como lo mio. Incluso más real, dado que mis aproximaciones a todo están mediadas por cajitas. Al parecer mi desprecio por su realidad calo hondo en en el otro, dañando si querer hacerlo. No se si lea esto, pero creo que amerita, al menos, una disculpa.

Concepto mañoso, en mi llegada a Santiago fui bautizado con ese mote. Porque, según el bautista, tendía a asociar extrañamente las ideas, derivando en las weas más extrañas, lo cual provocaba realizar acciones impulsivas. En parentesis me pregunto si es necesario tener que escuchar estas cosas... en fin, de repente son cosas que pasan

Vaya que revelación de bautista!!!! Ahora resulta que realizo prácticas neuróticas (según palabras de mi propio Joan Baptis), las cuales explican en parte mi comportamiento errante. Debo confezar que tengo cierto deleite por la extraña asociación de ideas (creo que de ahí deriva la ironía), me divierte y me la paso asociando ideas e inventando extrañas historias. Pero de ahí a tomar decisiones en base a eso... creo que raya en lo esquizofrenico.

Bueno, quizás le daré una vuelta a esto. Por lo pronto, seguiré asociando ideas y nombrando con extraños apodos a los cercano. Ahí tienes bautista, doble petición servida. Ja!

PD: Muchos de ustedes no entenderán nada de lo que acabo de escribir... no se preocupen, es un acto asociativo compulsivo, uno más de los tantos que tengo a diario.

En Antofagasta, frente al mar, estamos casi terminando una visita más. Quizás no fue tan malo como lo pensé en un principio. Me termine riendo con esos 5 extraños. O tal vez me termine riendo de esos 5 extraños.

Sin embargo, aun persiste esa extraña sensación de extrañamiento, de no pertenencia a esto que sucede. El asqueo aun continua, mucho más acentuado que al principio. Y lo que más molesta, es que a pesar de que me sienta ajeno, en parte la mascara que me fabrique hace 3 días aumenta dicho asco.

Me mareo en Antofagasta y siento que todo es vertiginoso. Que pasa todo y nada a la vez, y que me mantengo atento a algunas cosas que suceden ajenas a mi vida como ministro de fe. Intento retomar el control, pero a ratos vuelvo a chocar. Como en Baires.

Los 5 extraños siguen hablando de política de investigación en educación superior y yo me quedo clavado en fotos de ayer, en lo bueno que seria vivir acá, pero en otro momento, con otro pasado, con un futuro certero.

El aire marino purifica, pero a mi me molesta. El trabajo distrae, pero a mi me aliena. La vida sigue y me subo por la puerta de atrás y me aferro a un par de supuestos. Como en la canción de Weichafe, dando vueltas entre fotos de ayer sin saber porque. Hablan de criterios, me preguntan y ensayo una respuesta certera. Me la se de memoria.

Me llaman, alguien falleció. Y no me importa.

Ahora siento nauceas ¿que chucha hago acá?

Hay veces en las cuales se aconseja ir con la verdad de frente, cueste lo que nos cueste, pues nuestra cultura, nuestro valores, enaltecen la sinceridad de una extraña manera. Entonces todos vamos pregonando que la verdad por delante y da lo mismo lo que hagas, total ha sido declarado y eso limpia de polvo y paja.

Pero también puede ser que esa verdad enoje al resto... entonces esos mismos que pregonan con la verdad, hablan también que hay que tener cuidado y caímos en verdades a media. Censuramos a otros y a nosotros mismos. Alguien diría que hay que buscar el justo equilibrio. Pamplinas, eso no existe.

Yo digo mejor que hay que ser consecuentes, al menos con uno mismo. Así, si vamos a ser transparentes, tenemos que ser así hasta al final... morir en la de uno. Si vamos a tratar de cuidar al resto, bueno lo haremos a pesar de nosotros... a morir por el resto.

Todo esto tiene un aura heroica, pues creo que si hay algo difícil de sostener es la consecuencia. Dicha consecuencia puede ser mal vista. O porque dañamos al resto o porque caímos en la mentira. Y ahí nos censuran o nos autocensuramos. Vale decir, la autocensura va en contra de la consecuencia. Y lo peor es cuando piden censurarte, o mejor dicho, te censuran, a pesar de que lo que haces, lo censurado, es acorde a lo pregonado por el censor. Resultaría lógico, por ejemplo, que yo censurara algún comentario en este blog cuando ya declare que estaba todo permitido (por lo demás tengo pocos comentarios, seria como bajarse el rating en un canal de TV). Tengo que aceptar lo que venga, pues lo declare válido. Y moriré en esa. Eufemisticamente, claro esta.

Mi duda pasa si uno le puede pedir consecuencia al resto. Para mi es lo mínimo que podemos pedir. O al menos, es lo mínimo que exijo. Vamos, declaremos lo que somos, pero seamos eso siempre y a pesar de eso. Mil veces la consecuencia a la verdad, mil veces la coherencia a la sinceridad. Mil veces la consistencia a la cesura. He dicho!

Bueno, y acá estamos, de vuelta a lo mismo.... había olvidado la experiencia de una visita, el estar en un hotel, solitario, quizás más solitario que antes. Rodeado de personas con las cuales no te interesa compartir y para los cuales soy un accidente mínimo en sus grandes actividades académicas.

En Antofagasta, frente al mar, inicio la actividad frenética que incluye 30 reuniones en 3 días y medio, con jornadas maratonicas hasta las 1 de la mañana, acompañado siempre por los 5 extraños. Trato de recordar cuando disfrutaba estos menesteres, cuando todo era aprendizaje, y el hotel era un lujo. Ahora todo es lo mismo, el hotel aburre, no es propio, es frío e impersonal.

Atrás de todo esto, una institución entera gira en torno a esos 5 extraños y a mi. Te siguen y persiguen, aceptan tus peticiones y sacan sus mejores ropajes para la ocasión. Resulta todo tan artificial que asquea, pero no debo demostrarlo. Así, hago el ejercicio y construyo una mascara que combine seguridad y comodidad, interés y convencimiento. Un ejercicio sínico al máximo.

Pasa el día y la soledad abruma, ya no hay quien te llame para escuchar como te fue, para aguantar tus reclamos, para reír con tus anécdotas, para recordarte que muchos pagarían por estar acá.

Ya no hay nada, solo soy yo y mi vieja rutina. Vacia.

Supongamos que por una vez en la vida uno tuviésemos la oportunidad de volver atrás y cambiar una única decisión tomada. Y supongamos también que ese cambio provocaria grandes trastornos en nuestra vida. Seria como tratar de construir una bifurcación en la vida. Un pararelismo. Lógicamente, la decisión que escojamos cambiar desenmascararia nuestros arrepentimientos. Asimismo, en el ficticio de volver atrás, tendríamos que escoger un momento en el cual tuviésemos directa injerencia, así, a modo de ejemplo, no me serviría volver a 1988 para tratar de evitar la muerte de mi abuelo, pero si serviría el momento en el cual establecí las postulaciones a la Universidad.

¿Estaría igual si hubiese estudiado sociología en la PUC o si hubiese aceptado la beca en la UCSH? Ciertamente no, pues, como ya lo he reiterado mil veces, no existe tal cosa llamada destino, pues en nuestras vidas, uno mismo se va armando el camino, reconociendo tus limitaciones y maximizando tus posibilidades. Bajo esa premisa, se abren un sin fin de posibilidades, paralelismos infinitos en los cuales claramente no seriamos los mismos que actualmente somos. Pero ojo, seria solo una vez, una sola oportunidad.


En este ejercicio, uno podría saber a ciencia cierta cuales son las cosas de las cuales creías arrepentirte, pero en realidad no. Trataríamos de buscar aquel instante preciso en el cual, supongo, la vida nos llevo a donde estamos y que creemos es clave para borrar de un plumazo aquella piedra en el zapato, aquella pesada mochila que todos cargamos.

¿Que intentaría cambiar yo? No lo se. Pero si se lo que no cambiaría. No combaría el haber estudiado en el Liceo, pues esa decisión (aunque no lo crean a los 11 años tuve que tomar esa decisión.. una cosa de locos!!!) me llevo a conocer la amistad fraterna y a conocer la diferencia. También creo que desde el Liceo guardo gran parte de los valores que tengo y de los cuales me siento orgulloso. Tampoco cambiarían la postulación de la Universidad. Claramente estoy donde estoy porque estudie lo que estudie en donde lo estudie. Desde la academia extraje todo lo que a mi juicio era conveniente extraer. También conocí muy buenos amigos (contrario a lo que creía cuando entre a ella), compañeros de ruta que hasta hoy están ahí. ¿Dejaría de alentar a mi Cato querida? Ni cagando, a pesar de que me regale mas tristezas que alegrías, supongo que no podría ser de otro equipo, va conmigo desde chico. Aunque si lo pienso bien, no fue una decisión mía propiamente tal.

Quizás hay una cosa que si cambiaría, una pequeña decisión que tome hace tiempo atrás, decisión muy pequeña al lado del colegio, la universidad o el trabajo. Fue un minuto que tuve para decidir, y, a mi pesar, mi decisión fue errada. Seria cambiar un no por un si, y, si bien estaría donde mismo, la cosa seria muy distinta hacia adelante. Digamos que el paralelismo se construiría desde ahora, y lo que hubiese cambiado seria, paradojicamente, mi futuro. Pero eso es inexacto a fin de cuentas, puesto que nadie puede cambiar algo que aún no sucede.

Al parecer debo dejar pasar el tiempo para ver que tanto afecta esa decisión. Solo se que por el momento, esa decisión me tiene de cabeza, perdido en una rotonda, dando vueltas, a veces más lento, a veces deprisa. En fin, quien sabe que pasará. Ni idea. Solo se que no iría a una bruja a consultárselo.

Bueno, hoy concurrí al peritaje de la isapre. Debe ser la experiencia médica más fría que he vivido. Llego puntual a la hora al lugar de la cita, en donde me recibe la secretaria de la doctora, en una oficina pequeñisima, estrecha, que obligaba a encogerme cada vez que la secretaria, una señora que facilmente transitaba por los 50 años. recorria su oficina. Ella en el trato fue fría, supongo que de tanto ver tipos que deben ir a peritaje por obligación le da lo mismo quien va y viene. Un para de preguntas de rigor, nombre, rut.. y me invita a sentarme, pues la "perita debe estar por llegar".

9:35, aparece la experta. Una psiquiatra hippie de unos 60 años. Me pareció agradable en una primera mirada. Luego de un par de minutos, café por medio preparado por la secretaria a la doctora, obviando mi presencia (me moría por un café), la doctora me invita a pasar.

Palabras de rigor explicando de que se trataba y yo respondía moviendo la cabeza en señal de compresión. Preguntas por mi historial médico, que salvo la soriasis derivada de mi dermatitis prematura, no presenta mayores altibajos. ¿Donde trabajo? le respondo. Ahí, hago un punto a parte para decir que siempre tengo que terminar describiendo de que se trata mi trabajo, pues nadie tiene puta idea de la casa de Lyon. Luego va al grano. Ahora me parecía mucho más fría que su secretaría, en su oficina impoluta, sin ningún atisbo de hacerlo un lugar propio. Cumpliendo su función de peritaje, fuera de su rol médico... una mera recolección de evidencias.

Yo respondía con monosílabos, hasta que me pregunto porque creía yo que me había sucedido lo que me paso. Y aquí uno se pregunta como cresta le explicas algo tan intimo a una mujer demasiado fría, que cumple una función de espionaje para las grandes isapres. ¿Que decir?. Nada, creo que fui mas frió que ella, le hable de factores y solo se los mencione. Luego le hable de los síntomas, algunos que aún persisten, de las cajitas y todo eso....

Pasan 15 minutos y ella da por finalizada el pritaje. Le pregunto que sucederá y ella me dice que no sabe, que es externa a la isapre (?). Pregunto si tendré acceso al informe, y me dice que mi doctora la puede pedir. Esa fue la única señal de humanidad que mostró.

Salgo del edificio, y pienso que es una estupidez levantarme a las 8:00 un día sábado para ir a darle explicaciones a la isapre sobre lo que me pasa. Les entrego mucho dinero al mes como para tener que concurrir a este tipo de situaciones. Me compro un café mocca y sigo pensando en la frialdad del procedimiento, terriblemente deshumanizado, sin miramientos con el paciente. Maldito sistema de salud!!!

Bueno, entiendo que hay cosas que nunca entenderé, como las matemáticas por ejemplo o la música clásica o el cine arte también. En parte porque no me interesan y las encuentros terriblemente lateras. Pero uno puede vivir sin entender esas cosas, total no son vitales ni mucho menos forman parte de mi cotidianeidad.

En contrapartida, tampoco entiendo la lógica de las relaciones, y eso es grave. Es más, creía que las entendía a la perfección y podría citar mil definiciones sociológicas al respecto. Pero me he dado cuenta que no las comprendo y que eso me deja plantado muchas veces como un idiota al respecto, un tipo torpe que no entiende ni atiende señales. O, lo que es pero, las interpreta mal, horrorosamente mal, y ahí quedas, pasmado ante en portazo en la cara, porque uno pensaba una cosa, cuando en realidad sucedía todo lo contrario.

Eso es terrible, pues ahí uno no cacha quien esta en lo correcto. De repente soy yo el que mal interpreto todos los gestos, las señales, un guiño. De repente es el otro el que en realidad es torpe, y manda señales equivocadas y, una vez evidenciada su torpeza, intenta dar pie atrás con lugares comunes. Pero, a fin de cuentas, yo nunca se si soy yo o el resto.

Las relaciones tienen esa sutileza, basada en la interpretación. Una de los dos seguidores de este blog (si tengo seguidores, para mi sorpresa!), a pito de la evidencia, comentaba que ella basaba su accionar entre la sutileza y la evidencia, dando a entender que la sutileza de la seducción transitaba por esa delgada linea. Pues bien, esa delgada linea, tiene el peligro de ser terriblemente mal interpretada. Entre sutilezas y evidencias (muy evidentes, demasiado evidentes diría yo) siempre puedes o mal interpretar las señales, o simplemente quedar expuesto a la torpeza del otro. Y ahí te quedas expuesto, sintiendo que un balde de agua fría recorre tu cuerpo, sin saber si reír ante lo absurdo de la situación o indignarte ante la torpeza y retroceso del otro.

Es extraño esto, porque finalmente vuelves al lugar común y te sorprendes diciendo que nadie es el culpable, que fue Fuenteovejuna, y listo. Intentas seguir como si nada, pero no es simple. Esta bien, quizá no soy la persona indicada para tener respuestas claras a todo, menos al tema de las relaciones o pre relaciones, o la seducción o la coqueteria. O tal vez si, pues me ha pasado de todo en tres meses.

Ante esto, querida seguidora, por muy linda que sea la seducción, por muy adrenalinica que sea la coqueteria, prefiero las cosas claras, desde el principio. Pues, al fin y al cabo, no entiendo la señales o las interpreto mal o simplemente la torpeza del otro me atrapa.

Así, cada día creo más en que las relaciones no tienen lógica alguna, por lo cual van y vienen en direcciones contrapuestas, sin sentido... Una verdad ridícula, sin sentido, pero verdad al fin y al cabo

Últimamente me tocado presenciar y vivir muchas despedidas, y esta claro que a nadie le gustan las despedidas. Aunque, claro esta, que hay despedidas y despedidas, de las bonitas y de las otras, de esas que son un adiós y de esas que son un hasta pronto. Y yo he pasado por ambas.

La primera fue una despedida simbólica a una colega que se casa. Claro, es un modo simbólico pues la veré a vuelta de su luna de miel, como siempre, sentada a dos oficinas mio, la volveré a ver, pero ahora sera una señora, con un proyecto claro basado en dos que se vuelven uno. Bien por ellos.

También en la pega, una chica renunció. Y esta claro que sera como un adiós. Pero es bueno, pues ella esta contenta, se va a un mejor lugar, donde hará lo que a ella le gusta. Y quizás, aunque no la vuelva a ver jamas, la certeza de que se va contenta, la da a la despedida un tono de alivio. Bien por ella.

Otro que se fue de la pega, pero lo sigo viendo, por cosas laborales. Seguramente, cuando termine el pituto, no lo volveré a ver. Pero también es por su bien, una decisión que tomo sopesando (supongo) todas las aristas. Bien por él.

Pronto se vendrá otra en la oficina, quizás la que más cuesta asumir. Seguramente lo seguiré viendo, pues creo que somos amigos. Sera un hasta pronto bien regado de alcohol. Pero va a ser difícil. Es bueno trabajar con amigos, más cuando son de esos que te alegran el día, pero también se va a un mejor lugar, cuestión que me hace sentir felicidad por su éxito. Y, a pesar de que no lo veré más por la mañana, yo se que seguiremos compartiendo. Antes que compañero de trabajo es mi amigo. Insisto, sera un hasta pronto, muy pronto. Y por él si que estoy contento.

La última, quizás la más dolorosa, fue el hasta pronto que me regalo ella. Lo recuerdo perfecto, todas sus palabras, su llanto, su confusión. Sin embargo, es muy posible que el hasta pronto sea un adiós. Tanto por sus circunstacias, como por las mías, tanto por sus proyectos como los mios. Esa fue triste, de las que uno nunca quiere vivir, pero creo que era necesario. Bien por ambos.

Esta última, se parece en algo a la última escena de Manhattan, la película de Woody Allen. Con uno tratando de convencer, contradiciendose, confundido ante la incertidumbre. La otra, algo mas tránquila, con muchas mas certezas (aunque ella no lo demuestra como la actriz en la pelicula), con la clara convicción de que es lo mejor. La tranquilidad, de la actriz, viene de la convicción de que nadie cambia en 6 meses, y que volvera. Pero pasa que la gente si cambia en 6 meses, y mucho... de ahí mi intranquilidad.

A veces creo que corrí tras ella, tal como Allen lo hace en esta escena. Una corrida desesperada, una patriada en términos futbolisticos, patriada sin sentido, sin esperanzas, pues en el fondo, tanto Allen como yo sabíamos que nada lograríamos. Nadie puede cambiar decisiones a último minuto en la vida real. Por eso me gusta el final de Manhattan, pues tiente tintes reales y tintes mágicos.

Quizás logre en algun momento entender que la patriada y la despedida eran necesarias. Pero no se hasta que punto, el hasta pronto lo fue.

Los dejo con la escena, desgraciadamente esta en inglés... pero en fin.

¿Donde estoy? Donde siempre, pero de manera distinta. Me aproximo a donde quería estar, pero mientras más cerca estoy, peor es la sensación. Buscare salir de donde siempre, intentando recuperar la alegría de siempre.

¿Que hago? Nada, supongo que lo normal que cualquier tipo que pagas cuentas, trabaja y sobrevive. A ratos leo, a ratos escribo, a ratos veo yingo, pero lo que más hago es cerrar etapas, sin olvidar, para no pasar por lo mismo tres veces (ya saben, una pa los vios, dos pa los tontos y tres para....)

¿Con quien estoy? Con los mismos de siempre, pero que son los de siempre, esos que te quieren y te apoyan, esos que con solo mirarte te sacan el rollo. Esos que intentan alivianarte la carga. Esos que escogí y no me equivoque.

¿Que pienso? No lo tengo muy claro, supongo que dándole vueltas a pequeñas certezas, que me saquen de la paralización, solo eso. A ratos también pienso en la pega y en los corleones, pero no mucho, pues lo primero me estresa y la segundo me desconcierta.

¿Que siento? No lo se, muchas cosas y tal vez ninguna.... tranquilidad vacía. A ratos siento cosas lindas, en especial con alguno que otro de los mismos de siempre... pero generalmte siento nada. Pero, para ser exactos, ahora siento nauseas y mareo. El deporte no hace bien.

¿Que haré? No lo se, pero se lo que no haré... que es mucho más de lo que avanza el resto. Como lo que no haré es mucho, lo dejare para otra ocasión

De todas maneras, aquí estoy, esperando nada como decía Nicole (la cantante, obvio), intentando reír socarronamente a diario, pero el intento es sínico, como la vida.